La búsqueda de la autoestima es como la búsqueda del Santo Grial. Todos la anhelan, pero nadie sabe realmente dónde encontrarla. Y los psicólogos somos los nuevos Indiana Jones, explorando las profundidades de la psique humana en busca de este tesoro perdido. Pero adorarnos como si fuéramos dioses griegos cuando la realidad es que la mayoría somos más bien como Homer Simpson no creo que sea el Santo Grial de la felicidad.
Cuando salgo del supermercado y en lugar de hacerlo por la puerta me choco contra un escaparate de cristal que soy la única que no ha visto, cuando no me eligen, cuando me salen gallitos cantando el cumpleaños feliz…no me adoro…pero tampoco me insulto ya. Todos mis intentos de mantener mi ego gordito y contento han resultado inútiles. No hay nada que haga bien siempre, a veces estoy muy fea, a veces digo tonterías….. siempre hay algún motivo para sentir que no merezco adorarme como a una diosa griega. Pero lo cierto es que incluso cuando el ego está un poco dañado suelo entender que merece la pena aprender algo nuevo y equivocarse al hacerlo, puedo disfrutar jugando con mis sobrinos o puedo soñar con un viaje.
No soy cojonuda en nada, no sé mucho de nada ni tengo mucho o al menos no tanto como quisiera. Sin embargo, siento que soy suficiente, sé suficiente y tengo suficiente. Esto es un sentimiento que he ido cultivando con distintas prácticas y experiencias. Es una forma de sentir que al principio era poco frecuente y ahora simplemente me suele pasar.
Tengo limitaciones y cometo errores pero también sé que merecen la pena todas las experiencias, no solo las que parecen exitosas. No he tenido éxito encontrado el Santo Grial pero mientras lo buscaba he encontrado cosas tan valiosas como la honestidad, la conciencia de humanidad compartida, la resiliencia y las ganas de aprender. Quizá sea suficiente.