La formación científica en psicología proporciona una base sólida sobre la cual construir intervenciones terapéuticas efectivas. El conocimiento de los diferentes modelos teóricos, las técnicas terapéuticas y los resultados de investigación permite al terapeuta seleccionar las estrategias más adecuadas para cada caso.
No obstante, cada paciente es un mundo. Sus experiencias de vida, su personalidad, sus valores y sus expectativas son únicas. Es en este punto donde la creatividad del psicólogo cobra una importancia vital. La capacidad de adaptar las técnicas terapéuticas a las características individuales de cada cliente, de encontrar nuevas formas de abordar los problemas y de establecer una conexión empática son habilidades esenciales para el éxito de la terapia.
Creatividad y rigor científico no son en absoluto una contradicción ni conceptos opuestos sino complementarios. En la práctica clínica es importante explicar las razones detrás de las decisiones terapéuticas y fundamentarlas en la evidencia científica disponible. Pero es también es necesario adaptar las técnicas terapéuticas a las necesidades individuales de cada cliente. En psicología la ciencia es la base y la creatividad es el puente.